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el CORO de la escuela en el CAEM

Pocas experiencias musicales nos han marcado tanto como aquel concierto en el CAEM. Aún no era navidad, pero diciembre avanzaba con su intensidad habitual, y quizá eso hizo que las cosas tomaran un sabor diferente, menos anecdótico, más indeleble; el coro de la escuela, dirigido por MARIÁNGELES, acompañó a la Joven Orquesta Sinfónica «Ciudad de Salamanca», con música de VERDI, PUCCINI, MASCAGNI, e incluso un estreno absoluto, en este caso de RUBEN DÍEZ («Andante and Scherzo for Yo-Yo Ma»).

Las dimensiones del auditorio y la energía del repertorio nos hicieron temblar de emoción y de responsabilidad al principio; el trabajo y la ilusión de los meses previos terminaban ahí. Parapetados tras la orquesta que nos miraba sonriente y expectante, tratábamos de escucharlo todo, nuestras voces, los colores de los instrumentos, el aliento del público… y funcionó ¡vaya que si lo hizo!

Como decía al principio, de pocas cosas se ha hablado tanto por los pasillos de la escuela, como de aquel concierto. Y pocos carteles han significado tanto como aquel que JUANFRAN, una mañana, colgó junto a la puerta del aula 12. Todos allí, retratados, resumidos, inmersos, partícipes de algo «mayor». Músicos, al fin y al cabo, con todo lo que eso significa.