Mientras el otoño deja caer sus primeras lluvias y su sol tibio, avanzamos poco a poco con las primeras clases del curso, y no dejamos de recordar las experiencias que tanto nos hicieron crecer en los recientes días de verano.
La música y los lazos de amistad fueron la tónica. La EVE primero, y el periplo romano después, nos dejaron claro que una cosa difícilmente avanza sin la otra, que la música no consiste en encerrarse en una habitación y tocar sin más, que su contenido y su experiencia se fijan mejor y saben mejor, si se comparten, si se viven en común. Como nos dice Mariana Ying, una de las alumnas que participaron en el WIC: “Durante estos 8 días hemos tenido la suerte de que tres grandes profesores, Anass , Benjamin y Christophe, hayan dirigido nuestras voces para conseguir no solo un buen repertorio, sino que un grupo de gente de distintos lugares acaben siendo amigos”.
Otros textos sobre el viaje a Lyon-Roma nos han llegado estos días a la redacción. Y, como veréis, la amistad sale enseguida a colación, junto al aprecio a los magníficos profesores y las vivencias puramente musicales. María García, otra de las participantes, nos escribe: “Cantar en el WIC ha sido de nuevo una oportunidad para sentir de verdad la música. El grupo de Salamanca ha contado con la compañía de dos monitores geniales, Tony y Lucie, que han hecho que el curso haya sido mucho mejor de lo que me esperaba. Una de las cosas que más me ha gustado del WIC ha sido poder conocer gente de otros países, como nuestras nuevas amigas las eslovenas, ¡y ser capaces de cantar las mismas canciones de intervalos! También me ha encantado poder estar otra vez con Anass y Benjamin, nuestros profesores, que han sido capaces no solo de sacar lo mejor de nuestras voces, si no también de unir a todos los alumnos del coro como un gran equipo”.