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El otoño comienza en Monleras

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A primeros de octubre, el reino fungi comienza a despertar, y bajo la tierra húmeda por las primeras lluvias del otoño, los micelios barruntan en la oscuridad del subsuelo cuándo y cómo lanzarán sus carpóforos a la intemperie. En las semanas siguientes, setas de todos los tamaños y colores se harán presentes por doquier. Y es en ese trance, al tiempo que las hojas verdean por última vez, y la hierba muestra su renovado esplendor, cuando nuestros alumnos de preformación aterrizan en el pueblo salmantino de Monleras.

Así es como, en medio de la naturaleza, los talleres de los sábados hacen acto de presencia y _IGP8777los instrumentos se acercan como nunca a los futuros alumnos. Ojos como platos, oídos sorprendidos, manos que palpan y sienten, todo hilado por los distintos momentos del juego propuesto durante la mañana, divertido ritual que repetimos cada año ante un público siempre diferente, y que discurre así: algún malévolo hechizo ha echado a perder la habitual destreza musical de los profesores, y ya nada suena como debería. Los alumnos tendrán que seguir las pistas que los llevarán de un instrumento a otro, hasta que, en el gran concierto final, el sortilegio desaparece y la música vuelve a su armoniosa naturaleza; al menos, hasta el año que viene… De este modo, los pequeños grupos de alumnos, van de un lado a otro de las callejuelas y edificios del pueblo, y se van topando con violines, flautas, guitarras, acordeones, contrabajos… Van conociendo, de primera mano, ese que será su futuro instrumento. Las esporas van cayendo.

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Otras actividades son propicias también, aprovechando la salida al medio rural: Conocer el obrador del pan, almorzar entre amigos y, ya por la tarde, los juegos en el parque junto al frontón. El otoño, como decía, siempre comienza para nosotros en Monleras. Una nueva estación, nuevos días que desconocemos a dónde nos llevarán, si hará frío antes de tiempo o si lloverá mucho, si será buen año para las Cantharellus y las Lactarius, si cuajará la cuerda o el viento, la madera o el metal, la tecla o el fuelle. En definitiva, todo por hacer. Todo por venir.

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