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Primeros eventos del 30º aniversario: La velada de microrrelatos

Pocas veces hemos recibido tantas muestras de agradecimiento, tantas palabras compartiendo el gozo, tantas conversaciones por los pasillos, como las que nos han llovido desde que comenzaron los eventos de celebración de nuestro 30º aniversario. Apenas ha pasado un trimestre, la rueda de los años ha dado un pasito más, el que deja atrás el 2014 y abre el 2015, y ya hemos vivido en nuestras carnes emociones que habitualmente parecen reservadas a las Escuelas de Verano. Esperamos que este curso se repartan a lo largo y ancho del calendario. De momento, dos fechas brillaron con luz propia y son ya legado reciente en nuestro haber: La velada de microrrelatos, y el concierto de Tirant lo blanc (aderezado con un poquito de Gluck). Vayamos por partes.

Marta, Roberto & Silvia

Como ya os anunciábamos en el anterior post, el pasado 10 de diciembre tuvo lugar el primero de los actos especiales del 30º aniversario. Los microrrelatos escritos por los participantes de las Escuelas de Verano de los años 2004 y 2005, fueron leídos en nuestro auditorio por Marta Villar & Sebastián Wise. Fue un gusto y, para muchos una grata sorpresa, comprobar que la lucidez de aquellas tardes de agosto, aún se mantiene fresca y viva, y que las felices ideas de los chavales bien se merecerían ser publicadas. De momento, y como mínimo, tuvieron su protagonismo en nuestro recital. Y, para demostrar que en la valoración de la calidad de sus creaciones no nos ciega el cariño que sentimos por ellos, aquella noche también leímos obras de autores conocidos: cuentos de Juan Ramón Jiménez, Augusto Monterroso y José María Merino, poemas de Alice Oswald, fragmentos de Rafael Pérez Estrada, y hasta una escena de Dylan Thomas, que el cuarteto de chelos de la escuela, dirigidos por Beatriz Serrano, acompañó con su música. Nada de esto hizo mella en las inspiradas líneas escritas en aquellos talleres de la Eve. Nuestros jóvenes artistas mantuvieron el tipo, y bien pudo comprobarlo el público que llenaba aproximadamente tres cuartos del auditorio. A todos ellos, muchas gracias por cedernos sus textos y su afilada creatividad, seguro que volveremos a hacer uso de ella.

Marta & Sebastián recitando

Roberto toca las nubes

Resta decir que, la magia de aquella velada, no fue fruto sólo de dinosaurios que aparecen al amanecer o héroes beodos que se pierden en el célebre laberinto, sino que vino anudada a las armonías y melodías sinuosas que los músicos que nos acompañaron hicieron fluir: en el piano fueron Mompou & Scriabin, dos iluminados de la composición breve, que pasaron por las manos de Chema Mezquita. En la guitarra, nuestro antiguo alumno, Roberto Marina, se hizo cargo del estreno absoluto de cinco pequeñas piezas compuestas por su, en otros tiempos, profesor en la escuela. Cinco nubes mínimas que se pasearon entreveradas a los textos y los oídos avezados del respetable (¡Gracias, Rober!). Silvia Marcio nos sorprendió con un tablón lleno de cuencos tibetanos que poblaron el espacio de armónicos corpóreos y sutiles, y que dejaron a los más pequeños pegados al asiento. Y sí, los mayores también nos quedamos con ganas de que el cimbrear cíclico del metal sonara más allá en el tiempo, y nos acompañara hasta las mismísimas puertas del sueño esa noche. Pero ya habrá oportunidad…

Un momento del recital

Para terminar, me gustaría destacar otra de las sorpresas de la velada, y es que no vienen a visitarnos músicos de fuera todos los días… El conocido saxofonista Fernando Aguado, adalid del buen jazz y de la libre improvisación, aceptó de buen grado la invitación a sumarse a la causa, y nos mostró cómo funciona su imaginación sobre el escenario. Cada cuento dejaba entrever sus trazas, y  su saxo iluminaba lo oscuro, o suavizaba lo demasiado claro, siempre original, siempre conciso. Un lujo que, desde aquí, agradecemos infinitamente. Gracias, Fernando, gracias a todos los músicos que participasteis en la velada. Los microrrelatos volvieron a la escuela, y no lo hicieron solos.

Fernando & Silvia