El pasado fin de semana tuvo lugar en la escuela la última sesión de talleres de este curso. Nuestros alumnos de pre-formación acudieron a la cita mañanera del sábado dispuestos a conocer un poco más sus instrumentos favoritos. Hay quien los prefiere de viento, y eligió la dupla flauta-clarinete; hay quien se decanta por la cuerda, y no sabe si violín o viola; los hay también que gustan de mezclar, y andan entre la guitarra y el contrabajo. Todas las combinaciones posibles se dieron a lo largo de la mañana: acordeones, violonchelos, pianos… Todo sonó en algún momento en las manos diminutas y curiosas de nuestros aprendices de músico.
Como veréis en las fotos -y como ya os habrán contado ellos mismos-, entre prueba y prueba, el auditorio de la escuela se convirtió en una improvisada aula de manualidades, donde todo el mundo se puso manos a la obra y, en un pispás, decenas de flores y adornos de colores colgaban de los bastidores (sí, eso que luce desde hace unos días por los pasillos no es algo que inexplicablemente pasaste por alto, simplemente lo acabamos de poner esta semana).
Y si vuestros hijos, además de dejaros caer cuál es su instrumento favorito para el año que viene, os hablaron también en la mesa de trucos de magia y violines que sonaban como camiones de bomberos, no os asustéis, no es que la emoción les haya embargado y provocado algún delirio. Desde aquí damos fe de que es cierto. La culpa no la tiene otro que nuestro querido amigo y antiguo compañero, el violinista Enrique García Vivanco, Quiquemago, que nos visitó por sorpresa y se encargó de que el tiempo libre entre instrumento e instrumento fuera también provechoso. Sus excelsas dotes de prestidigitador y su fino sentido del humor nos abrieron a todos los poros ¡Cómo le echamos de menos! (si tenéis ocasión, no os perdáis sus fabulosos conciertos músico-mágicos).
Y esto es todo. Pensad que, tras este trasiego de taller en taller que comenzó allá por el mes de octubre, el instrumento elegido será, en el fondo, lo de menos. Siempre prevalecerá la música, la alegría de hacer música, de dársela a uno mismo y a los demás. Y eso, queridos amigos, ocurrirá de todas formas.
