Que el nuevo año ha comenzado no es ninguna sorpresa a estas alturas. Enero pasó entre heladas y vendavales, puro centro del invierno, y nos ha dejado a las puertas de febrero, ese mes tan corto, que los carnavales se encargarán de recortar aún más.
Pero no queríamos pasar página sin mostrar aquí las últimas huellas de un 2016 que ya partió, el material memoria que todos, profesores, padres y alumnos, llevamos como equipaje para afrontar lo nuevo. La música se hace con lo que se es, con lo que se fue y con lo que se espera ser. Todos los tiempos se funden en uno, que echa a andar de nuevo cada vez que bajamos el dedo para pulsar una tecla o acercamos tembloroso el arco a las cuerdas. La música siempre se hace en el momento, que es un centro al que todos los radios de tiempos pasados y futuros van a dar, y lo alimentan. Por eso es tan importante hacer música, por eso es tan importante estar donde la música se hace. El momento del ensayo en casa, de la audición, de un concierto, es el momento de la verdadera experiencia musical, y no puede haber otro igual. Es único.Y con este espíritu llevamos a cabo las audiciones, muchas, tantas como cursos hay en la escuela, así el espacio y el tiempo cambiaron en el auditorio, en los pasillos, en las aulas de ensayo. Cuando todo eso se pone ahí, cuando todo vibra a un nuevo son -el son especial del que cada músico es propietario-, nada puede quedar como estaba. El cambio es la razón de ser de la música, del instrumentista, del oyente. Hubo instrumentos que tocaron solos, algunos en dúos y muchos acompañados por el piano (y no siempre estaba al mando nuestro pianista acompañante, también se animó algún profesor, e incluso algún padre acompañando a su hija… Buenos momentos).
El fragor de la música en directo no acabó en las tempraneras audiciones del primer trimestre, sino que se plantó literalmente a las puertas de las vacaciones invernales, en el habitual concierto en el auditorio de Calatrava. Todos juntos esta vez, verdaderamente juntos, como en ese villancico final, donde no cabía un alfiler sobre el escenario.
Los recuerdos de un viaje a países remotos que se hicieron dibujo en la mano, las primeras clases de agrupación para los nuevos músicos, las viandas recién horneadas que ofrecían nuestras chicas del coro con una sonrisa y por una buena causa… Huellas, marcas, recuerdos que nos lanzan hacia delante, en este vivir la música en primera persona que tenemos la suerte de disfrutar. ¡A por más!