Que febrero es un mes de pocos días ya era sabido. Y también que los carnavales vendrían este año a recortar aún más su frío manto. Pero fijaos que hasta en esa aparente calma chicha, han sucedido cosas en la escuela; también fuera de sus paredes. Y todo en el breve periplo de diez días. Veamos…
Como todos los años por estas fechas, una mañana bien prontito, una avanzadilla de profesores de la escuela se presentaba en la escuela de educación infantil Virgen de la Vega. La idea es llevar la música hasta los más pequeños, que instrumentos de verdad suenen cercanos, remover esa pulsión musical con la que todos nacemos, hacerla presente, real. Como siempre, un placer presentar lo sonoro, los propios instrumentos, y dejar que esas manitas curiosas se peguen a ellos, sientan de qué están hechos.
Esa misma semana, el sábado 11 de febrero, otra bandada de inquietos alumnos tenía su cita en la escuela con los talleres de viento y tecla. Mañana de trasiego de aulas, saltando de instrumento en instrumento, probando y sintiendo flautas, clarinetes, pianos, acordeones… También este curso, como novedad, los alumnos de pre-formación -que pronto habrán de elegir el instrumento que acompañará sus vidas a partir del curso que viene-, han visitado por las tardes, entre semana, las clases de sus compañeros mayores, los que ya bregan con su violín o su guitarra, y han podido ver, de primera mano, qué se hace en clase, cómo los jóvenes músicos van haciendóse un repertorio personal, un modo único de tocar, y una manera de compartirlo en las agrupaciones.
Y los días 14 y 16 de febrero, tuvieron lugar unas de las audiciones más originales y ocurrentes que se dan en la escuela. Los alumnos y alumnas de piano complementario hubieron de explayarse con sus piecitas de Handel, Mozart, Telemann o Kabalevsky y, además -y esto es lo bueno-, presentar una pieza de su propia invención; precioso esfuerzo creativo compartido, germen de nueva música y, quién sabe, quizá en un futuro cercano, sean las obras de un tal Herrero, una tal Da Piedade o una tal Paniagua, las que toquen los aprendices venideros. Bucólicos títulos como Fantasía, Dias de lluvia o El lago, y otros más iconoclastas, como Bipolar, Cambio o Anti-party , ya dejan entrever que algo interesante se cuece en sus cabecitas. Démosle alas.
Y dejamos para final el postre, el momento más dulce, el último de los que jalonaron esos calmos diez días de febrero. De nuevo fueron nuestras chicas del coro las culpables de que la emoción de la música se encarnara en el recinto de la capilla de las vidrieras, en el salmantino Paseo de San Antonio. Era el sábado 18, y se cantaba por una buena causa. En el día internacional contra la utilización de niños y niñas soldado, sobre las cabezas y los cuerpos de las integrantes del coro, los pañuelos de colores volvían a deslizarse en un viaje intercultural cuya misión es unir. El dinero recaudado tenía como destino proyectos de ayuda a refugiados en Etiopía y Sudán del Sur. Pocas cosas tan necesarias en estos tiempos; imposible no entregarse. Ya dije en otra parte, que lo que este coro es capaz de dar, no ha tocado aún techo, y lo que ya nos dan en cada actuación, es imposible de encauzar en palabras. Eso sólo se puede decir con música.
(Fotos: Juan Fran, Pablo Sagredo, J. A. Vicente & Sebastián)