Es final porque el curso se acaba. Final porque es un remate, una cornisa desde donde se divisan los cambios. Es final porque resume el trabajo y las horas de tactos y contactos con el instrumento durante las cuatro estaciones del año.
El Ciclo de primavera es un espejo donde mirarse, un momento de paz, ahí escondidos, en la penumbra del auditorio de una escuela que duerme en el centro de una manzana, aislada de los ruidos del tráfico y del hormiguear de los transeúntes incansables que remontan la calle Mirat, la plaza de España, María Auxiliadora…
En el ciclo los músicos se sienten diferentes en el escenario, sin prisas, con
tiempo para explayar su música y comprobar cómo lentamente va afectando al público. Muchos formatos hemos presentado este año, donde la diversidad ha sido la norma: Un café-concierto, un ensamble de música antigua, antiguos alumnos, colaboraciones especiales de profesores de la escuela y de los conservatorios de la ciudad, nuestros queridos alumnos de 6º… Intenso y delicioso mare magnum que sucedió en poco más de dos semanas, y cuyos rescoldos aún humean, entre otras cosas, gracias a la presencia de un público selecto y fiel, que cada año se interesa más por estos conciertos, sabedor de que su formato y su calidad son de otra pasta, ¡gracias a todos los que vinisteis a escuchar!









